Marcos 6, 1-6

Hemos escuchado en el Evangelio cómo las personas cercanas a Jesús, sus vecinos y conocidos no le reconocen, no entienden cómo ese muchacho que han visto crecer en su mismo pueblo, con un trabajo tan sencillo y en una familia tan normal, sea capaz de enseñar esas cosas. Su mirada no es capaz de descubrir a Dios en un ser humano como todos los demás y en una vida que no tiene nada de extraordinario.

Tal vez Nazaria en algún momento tuvo esta misma experiencia, porque algunas personas quizá se preguntaran cómo esta mujer menuda y sencilla, podía transmitir el mensaje de Dios y realizar obras tan grandes…

El Evangelio de hoy nos invita a meditar sobre la manera que Dios tiene de hacerse presente en lo cotidiano, en la sencillez de cada día. La respuesta de Dios, entonces y siempre, suele tener ese tono sencillo y cotidiano, suele obrar, más bien, en las situaciones y personas de cada día.

Jesús está mucho más cerca de lo que pensamos, porque también Él camina en nuestras calles, y nos habla en nuestros lenguajes. Y también hoy, como siempre, sólo los de corazón sencillo, son capaces de descubrir a quien sigue a nuestro lado.

Nazaria Ignacia nos invita: “Busquemos a Dios con verdad y sencillez de espíritu y veremos cosas grandes, pues El se complace en los sencillos de corazón”.

Joaquina Lozano (Superiora General)