Ser MCI

Ser MCI

DILE SÍ

¡Si Dios significa TODO para ti!

Si deseas servir a los demás, sin pedir nada a cambio.

Si quieres crecer en capacidad de amor y amistad, viviendo con otras compañeras.

Si estás dispuesta a afrontar con valentía las dificultades que se te presenten.

Si eres una persona emprendedora, de grandes ideales, te gusta estudiar, hacer oración, servir y vivir con austeridad.

ETAPAS DE FORMACIÓN

Alcanzar el propio desarrollo personal y el de la comunidad al servicio del Reino.

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PRENOVICIADO

Quiero vivir la misión, la comunidad y la oración.

El prenoviciado es una etapa inicial de preparación al noviciado. Su objetivo es el conocimiento mutuo entre la Congregación y la prenovicia, a través del contacto con una comunidad donde la joven debe adquirir una madurez progresiva en su experiencia cristiana y reforzar el carácter personal de su seguimiento al Señor en nuestro Instituto.

Antes de pasar al noviciado hará ocho días de Ejercicios Espirituales y pedirá por escrito su ingreso al mismo. (Constituciones, art. 80 y 81)

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NOVICIADO

Profundizo en la vocación.

El noviciado, con el que comienza la vida religiosa en el Instituto, tiene como objetivo que las novicias conozcan y disciernan su vocación dentro del mismo y que prueben su modo de vida, conformen la mente y el corazón con su espíritu y puedan ser probadas en su intención e idoneidad. Es un periodo de experiencia espiritual, de encuentro personal con el Señor y de descubrimiento del sentido profundo de los votos.

Para ser admitida al noviciado, además de los requisitos canónicos, la candidata ha de presentar signos de madurez conforme a su edad; tener una experiencia de Dios en Jesucristo, amar a la Iglesia y a los pobres, tener aptitudes para la vida en comunidad, capacidad de interrelación y una cultura equivalente al bachillerato o capacidad para adquirirla. Debe tener al menos 18 años de edad.

Un adecuado planteamiento teológico de la formación, les llevará a descubrir desde el principio, que su proyecto personal se entrega al plan de Dios, integrando la fe y la justicia, lo que ayudará a las novicias a proyectar su vida en las siguientes etapas. (Constituciones, art. 84 a 86)

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JUNIORADO

Vivo el talante MCI en la misión, la comunidad y la oración.

El Objetivo de esta etapa es la maduración progresiva de la fe y de la vocación religiosa, de quien ha optado personalmente por Cristo.

Dado que nuestra vocación tiene como fin la Evangelización, este periodo de juniorado, requiere que todas las hermanas – respetando los diversos niveles culturales – adquieran, de manera sistemática, formación teológica, pastoral, cultura y técnica al mismo tiempo que toman ya parte activa en la pastoral del Instituto.

Las junioras, potenciadas por la comunidad y acompañadas por la Maestra, se formarán en el talante de nuestra vocación. Integrarán la acción y la contemplación como partes de un mismo proceso.

Deberán adquirir un conocimiento experiencial de nuestra misión y se insertarán progresivamente en los trabajos y realidades del Instituto, desde su consagración a Dios, teniendo en cuenta el amor preferencial por los pobres. (Constituciones, art. 105 a 108)

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TERCERA PROBACIÓN

Sello mi personali- dad como MCI.

La tercera probación es la etapa de formación que prepara para los votos perpetuos. Durará de seis meses a un año. Debe vivirse en grupo, en diálogo con las hermanas y bajo la dirección de una Maestra.

 

El mes de Ejercicios Ignacianos como fuerte reencuentro con Cristo, y la profundización en el carisma, deben de ayudar a lograr una unificación del proceso vivido y a cimentar una entrega radical y coherente con el tercer grado de humildad.

 

La tercera probación debe sellar la personalidad de la Misionera Cruzada de la Iglesia. Es el momento en el que, asumido el espíritu del Instituto, la hermana lo expresa a través de los votos específicos. (Constituciones, art. 114 a 117)

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FORMACIÓN PERMANENTE

Comienza a partir de los votos perpetuos.

La formación permanente, comienza a partir de los votos perpetuos, corresponde a la vida espiritual, doctrinal y práctica y dura toda la vida.

Es un deber de cada hermana continuar el proceso de autoformación.

Todas las hermanas, de forma responsable, mantendrán el vigor del Instituto; continuarán su formación en teología y en ciencias humanas, necesarias para la realización de nuestro fin, con gran sensibilidad a las corrientes de la historia, y así evangelizar en fidelidad al Señor. (Constituciones, art. 118 – 119)

Si quieres saber más sobre como alcanzar el propio desarrollo personal y el de la comunidad al servicio del Reino ponte en contacto.