En el amplio y vasto universo, una estrella radiante iluminó la tierra. En una pequeña cueva de Belén de Judá, Dios-hecho-humano iluminó el mundo.  Una luz esplendente brilló y continúa dando claridad a la humanidad entera.

Su Gloria no deslumbra con brillo enceguecedor, sino que perdura como susurro suave a lo largo de los siglos. Su Gloria es derramar gracia tras gracia en derroche de generosidad: ternura y amor, paz y luz, sencillez y humildad.

Su verdad es la presencia misma de Dios entre nosotros, su amor es la justicia del Reino que cambia la historia.