La historia de la llegada de las hermanas a Chilapa está llena de amor, entrega y sacrificio. Y este tenor de generosa disponibilidad hacia los más pobres continúo hasta el día de hoy. Esto lo ha podido constatar la M. General, M. María Joaquina Lozano López, quien, acompañada por la secretaria general, H. Alejandra González, hizo la visita canónica a esta comunidad los pasados 26 de julio al 2 de agosto.

Chilapa de Álvarez (Estado de Guerrero, México) es una ciudad localizada en un valle de la Sierra Madre Sur. Está rodeada de pueblos originales y rancherías. Ahí, las hermanas han colaborado con la evangelización directa y la pastoral de la Palabra – animando apostólicamente las comunidades, formando a los agentes de pastoral y acompañando espiritualmente a los creyentes -, aunque también han prestado su servicio dentro del campo de la educación preescolar y primaria.

La sencillez en el trato ha ido unido a la profundidad en la fe, por ello, los testimonios que la superiora general ha podido recoger durante la visita canónica han sido confesiones de fe y experiencias eclesiales: “lo que sabíamos de oídas, ahora lo sabemos por propia experiencia”, “la hermana A. ha sido fundamental en mi vocación sacerdotal”, “la hermana M. supo motivar a la comunidad”, “la hermana C. dio continuidad a las cooperativas en los pueblos”, “gracias a la hermana I. tenemos lavaderos y letrinas”.

No hubo montañas demasiado altas ni pueblos demasiados lejanos que frenaran el ánimo misionero de las hermanas, ni entonces, ni ahora. Las cosas no han sido sencillas en Chilapa en los últimos años. La región ha pasado por momentos de violencia cruenta y de acuciante tensión. Como velas encendidas, las hermanas han permanecido para seguir alentando la fe y la esperanza de la gente