Educar a la mujer, hacerla crecer, eso es lo que significa en lingala Mateya Ya Basi. Ese es uno de los objetivos principales de la comunidad de Kisantu (República Democrática del Congo). Ahí M. Ma. Joaquina Lozano y H. Cilenia Rojas se encuentran, realizando la visita canónica a la comunidad.
La República Democrática del Congo es un país del continente africano con una población estimada a 70 millones de habitantes. Su capital es Kinshasa, quien concentra una población de 12 millones de habitantes, con una pluralidad cultural y lingüística, cuenta con más de 365 grupos étnicos.
Su riqueza en recursos naturales es inmensa, es productor de grandes recursos minerales, entre ellos el coltán; esto, en lugar de representar una ventaja para el país, ha sido fuente de numerosos conflictos armados durante décadas.
Por otro lado, es considerado un país de los más pobres del mundo, con un 85% de la población que tiene que sobrevivir en un tipo de vida que podría calificarse como miserable: cuenta con menos de 0,20 dólares diarios por personas.
Kisantu es una pequeña ciudad de la provincia del CONGO CENTRAL, su población es aproximadamente de 300,000 habitantes, muchos de los cuales son migrantes desalojados por la guerra que vienen del interior del país; también refugiados de guerra.
MCI
En Kisantu la comunidad acoge la formación de jóvenes que sienten la llamada a la vida religiosa: autoconocimiento, desarrollo de habilidades sociales, aprender a orar, discernir de la vocación, siendo acompañada. La formación es uno de los servicios más interesantes y con más desafíos. Es una tarea que requiere mucho diálogo y oración, confrontación y consejo.
Además, las hermanas llevan adelante un proyecto de formación laboral para jóvenes y mujeres, el Centro NOEMI, en la parroquia Sagrada Familia. Su objetivo es la promoción de la mujer para el auto-empleo. La mayoría de estas jóvenes son madres solteras sin recursos económicos.
En estos rostros se hacen vida las palabras de Nazaria: realizar la acción social de la mujer.