Jesús resucitado inspira la comunión de corazones y la profunda intimidad, alienta la capacidad de tender puentes y relacionarnos sin barreras.

Ahí donde surge un ‘nosotros’, más allá de un ‘yo’ o un ‘tú’, algo nuevo se genera, un sepulcro se vacía y vendas inútiles caen.

Cuando un hombre o una mujer se arriesgan a amar dejando todas las seguridades en otras manos; allá donde alguien es capaz de escuchar, ponerse en el lugar de otros, compartir las preocupaciones o los éxitos, desear el bien ajeno, algo nuevo se genera, un sepulcro se vacía y vendas inútiles caen al suelo.

En cualquier sitio donde alguien piensa en las necesidades de otros con tanta intensidad como en las propias, donde se busca la concordia por encima del conflicto y la humanidad común por encima de las diferencias, algo nuevo surge; se vence la muerte, se traspasan fronteras… y Jesús se muestra con toda su gloria.