Siempre creyó en la Vida

Damos gracias a Dios por el Papa, por este Pastor que regaló a su Iglesia que, desde la esperanza gozosa en la Resurrección, siempre creyó en la VIDA, que supo vivir su fe en plenitud que, con múltiples gestos de caridad se acercó a los más pobres y
necesitados, que se ha ido dejándonos en pleno año jubilar, invitándonos a crecer cada día en esa esperanza en Cristo. Un hombre consecuente con lo que creía, en su manera y modo de ser, capaz de vivir la vida con la sencillez y naturalidad espontánea,
saliendo al encuentro de las personas, acercándose con breves mensajes y gestos llenos de VIDA. 
 Su pontificado ha estado caracterizado por su impulso TRANSFORMADOR, con la fuerza del espíritu, animándonos a ser una Iglesia misionera, a ser hombres y mujeres creyentes comprometidos para anunciar el Evangelio con alegría, saliendo a las
periferias, desde ese “bajar a la calle”, al encuentro de los marginados y más vulnerables, deseoso de construir un mundo donde todas las personas sean valoradas, respetadas y reconocidas en su dignidad, consciente de que como creaturas de Dios
estábamos llamados a cuidar la casa común, sintiéndonos corresponsables unos con otros. 
 Como Congregación hemos sido bendecidas, porque ha compartido la misión a pie de calle junto a nuestras hermanas, ha celebrado con gozo las fiestas de Madre Nazaria Ignacia, llevando en su billetera las reliquias de una misionera a quien más tarde le tocó canonizar.  Seguía paso a paso nuestro proceso como Congregación, animándonos a ser como Nazaria, para “taconear”, como ella, misionando en las calles…

Animamos a que, en nuestras comunidades podamos celebrar una Eucaristía de acción de gracias por su vida y su misión con la mayor solemnidad posible, y en aquellos lugares donde no sea posible, podamos unirnos a los distintos actos,
oraciones y celebraciones de las parroquias y diócesis.

Unidas en la oración.