21 de noviembre
La Presentación de la Virgen, conmemora cuando María, siendo niña, fue llevada al templo por sus padres, San Joaquín y Santa Ana, como un símbolo de entrega y consagración a Dios. Es un acto de fe y obediencia. San Joaquín y Santa Ana, al llevar a su hija al templo, demuestran un profundo compromiso con su educación espiritual y su futuro en el servicio a Dios.
María, desde su más tierna edad, es instruida en estas tradiciones y en la vida espiritual, lo que la preparará para su papel crucial en la historia de la salvación. Esto nos recuerda que, a menudo, las grandes vocaciones comienzan con pequeños actos de fe y de entrega. Nos invita a estar abiertos a los planes que Dios puede tener para nosotros, incluso cuando estos puedan parecer desafiantes o inciertos.
Sin duda, Santa Nazaria, entregó su vida el 21 de noviembre en las vísperas de hacer su primera comunión vio a Jesús camino del Calvario con la cruz a cuestas que le decía «Sígueme» y ella respondió: “Te seguiré Señor lo más cerca que pueda una humana criatura”. Es increíble pensar que una niña de nueve años dijera esas palabras tan profundas. Sin embargo, como en la vida de María, Dios actuaba en la de Nazaria. Y lo más importante es que las dos han intuido y se han preparado a lo que Dios les iba inspirando.
Así como María y Nazaria son elegidas y dadas una misión tan grande, cada uno de nosotros tenemos un papel en el gran diseño de Dios, y estamos llamados a vivir con fe y confianza en el camino que se nos presenta.
Con estos ejemplos que nos han dado tanto la Virgen María y Santa Nazaria, escuchemos la voz del Señor, y descubramos qué es lo quiere Dios de nosotros.
H. Akhila Burugu
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