Diócesis de Davenport

El 29 de junio tuvimos en la Diócesis de Davenport, un encuentro que respondía a una necesidad y es que después de la pandemia del Covid, muchos cristianos se desligaron de la vivencia y celebración de su fe por medio de la Eucaristía, muchos cayeron en la costumbre de ver la misa en línea y otros ya no practican nada.

Fue un encuentro organizado por don Miguel Moreno responsable de la pastoral multicultural de la diócesis y las hermanas Misioneras Cruzadas de la Iglesia. Contamos con un teólogo de Perú don José Luis Rodríguez, y nos compartió su amplia experiencia: humana, teológica y pastoral ya que fue del equipo redactor de Aparecida.

Hubo una respuesta aproximada de más de 200 personas, de manera particular eran agentes de pastoral y otros que desearon participar.

Los temas que se abordaron pretendían despertar la conciencia, en nuestro compromiso de evangelizadores, desde los diversos ministerios que realizamos.

Sabiendo que EE.UU. en sus raíces era protestante y las raíces católicas que hay es gracias a la migración española e italiana. Ahora podemos decir que un 40% del catolicismo en EE.UU. es latino.

Con este motivo no podemos ser indiferentes a las necesidades de formación, acompañamiento y celebración que tiene este grupo que día a día se vuelve más numeroso.

Nosotras como misioneras, constatamos que en este país hay mucho que hacer en lo que concierne la Evangelización, porque la mayoría se los migrantes vienen muy jóvenes y en sus países no tuvieron tiempo de conocer y profundizar su fe.

El futuro Santo Carlo Acutis, nos acompañó con sus reliquias en este encuentro, recordándonos la importancia de la Eucaristía en la vida de un cristiano. A fin de que sea, para cada uno de nosotros “la autopista que nos conduzca al cielo”. Suscitando una vez más en cada participante, deseos de dejar que Dios nos santifique, desde la vida cotidiana. Mirando a Dios en todas las cosas, y todas las cosas en Dios.

El “SI” de María, no podía faltar ya que fue el primer tabernáculo de la presencia de Dios en la historia, haciéndose uno de nosotros, desde la pequeñez.   

Bendito sea Dios, bendito sea su santo nombre.

H. Mara Mejía