Me encantaría comenzar este pequeño fragmento con una frase que siempre me ha llenado el corazón y me hace recordar a todas aquellas personas que alguna vez se han cruzado en mi camino, y de las que he podido aprender y entender mucho más de lo que nunca pude llegar a imaginar: “La felicidad no se encuentra en un lugar, ni en aquello material, ni mucho menos en lo brillante y dorado. La felicidad se haya en el corazón de las personas con las que te rodeas y te permiten ser tal y como eres”.
Con el paso del tiempo, vamos atravesando diferentes etapas que forman nuestra manera de ser, nuestra forma de amar a las personas, nuestro sentimiento por las que más lo necesitan, nuestra incomodidad al ver una injusticia en alguna determinada situación… Todo esto nos hace ser quienes somos, y desde muy jóvenes hasta nuestra vejez, sentimos una fuerza que nos permite ir más allá de las circunstancias e ir atravesando obstáculos en nuestras vidas, alcanzar metas que creíamos inalcanzables, o simplemente aprender a valorar el tiempo y las personas.
¿Qué está sucediendo actualmente con el conjunto de la sociedad más joven?
Hoy en día la juventud es un motor fundamental de nuestro presente, donde se haya el amor y el odio, la tristeza y la alegría, la rabia y la paz… Este propulsor tan juvenil presente en todo el mundo cada vez necesita ser más escuchado y comprendido, ¿por qué?
Los tiempos cambian y estamos atravesando un cambio tecnológico gigante. Nos estamos separando de los valores más humanos que tanto nos caracterizan, de los abrazos, de los besos y de todo tipo de contacto físico.
El siglo XXI enseña a innovar, a formarse, a verse en el futuro y entre las nuevas tecnologías. A día de hoy vemos menos jóvenes que aprenden a errar en un deporte, ya que los vemos perdiendo una vida en un videojuego. No vemos grupos sociales bajando a la calle, sino que se encuentran en redes sociales. No se ven convivencias con nuestros hermanos buscando paz, amor, comprensión y diversión, sino que desde sus casas hacen una reunión online para no tener que salir de casa.
¿Qué sería de nosotros sin nuestra humanidad? ¿Qué nos hace ser como somos?
Me gustaría dar respuesta a las diferentes preguntas planteadas en este pequeño fragmento dedicado a la juventud, y sería genial seguir viendo la vida siempre desde una perspectiva más cercana y más próxima a las personas. Tenemos que adaptarnos a todo lo que está por venir, pero ni los más jóvenes deben olvidar que los valores humanos nos humanizan. Aunque parezca obvio es algo que muchas veces pasamos por alto, pero debemos seguir viendo a nuestros familiares más ancianos, tenemos que seguir preguntando por aquella amiga que tenía un problema hace unos días, debemos alegrarnos por el prójimo y sobre todas las cosas tenemos que seguir bajando a la calle para luchar contra las inmoralidades, amar a las personas, regalar felicidad y seguir adelante, siempre adelante.
EDGAR FERNANDEZ
Exalumno de Barcelona.
Monitor de Prepascua (Grupo misionero Joven)
0 comentarios