Espiritualidad ignaciana.
Santa Nazaria Ignacia nos legó un carisma, y quiso para nosotros una espiritualidad, la de San Ignacio de Loyola.
Una espiritualidad que nos pone en una tensión continua, para “buscar y hallar a Dios” en todas las cosas. No es, sin embargo, una dinámica voluntarista. Nace de la experiencia de amor, de descubrir que la vida está habitada por Dios que sale al encuentro, que somos creaturas amadas y acogidas tal cual somos.
En respuesta al amor de Dios que sale a nuestro encuentro, buscamos lo que Él quiere, guiados por Jesús. No es una búsqueda intimista, sino un diálogo que se realiza en la vida cotidiana. Porque el amor de Dios se devuelve pasando por la vida, amando y sirviendo a los hermanos.
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