La propia vida de Jesús y sus seguidores, desde el comienzo de su misión, tomó la forma de la itinerancia: el Señor invita a sus discípulos a caminar con él, literalmente, no de modo figurado. Nace el acompañamiento, como un modo de entender la vida cristiana.
El propio Papa Francisco insta “a que la Iglesia sea madre de todos y que viva el arte del acompañamiento, que se caracteriza por la delicadeza con que se acerca a la tierra sagrada del otro”. Trae este término a primer plano en todos los ámbitos de la pastoral, juvenil, familiar…
Insiste siempre en la importancia de los procesos, de «suscitar y acompañar, no imponer trayectos». Y en dos cualidades necesarias para acompañar: la escucha respetuosa y compasiva; y la paciencia ante los tiempos del individuo y los caminos de la gracia en él.
Es una realidad absolutamente necesaria ya que vivimos en un mundo de relaciones virtuales, desconocidas. Nunca hemos estado tan comunicados y, posiblemente, nunca ha habido tantos problemas de soledad.
En esta sociedad anónima, la Iglesia tiene que ofrecer una oportunidad de tejer relaciones personales, reales, con cara y corazón. Los distintos lugares de Misión de la Provincia de España en la extensión de su Obra Total: Las Escuelas, las Casas de Espiritualidad, las Parroquias, La Casa de mayores, Residencias de Jóvenes, todos ellos en su responsabilidad para impulsar el acompañamiento en sus distintas realidades, son, sin duda, ámbitos en los que se ofrecen diferentes espacios desde donde se pueden tejer relaciones humanas y en los que dejamos de ser anónimos.
Rosario Ávila Ávila, Maestra del Colegio Misioneras – Málaga (Agradecimiento a José Emilio Cabra, Sacerdote Diocesano por sus sesiones de Formación)
Gracias por vuestra experiencia!!!
Muchas gracias por leernos!